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PARA LUEGO, OTRO CUENTO

Luego de Rebelión en la granja, me tope con “Cyrano de Bergerac”, el personaje de la obra cuyo nombre es el título de la misma, escrita por el francés Edmond  Rostand, libro de la cual no me corresponde hacer una crítica, pues no soy ni en poco la persona adecuada para ello; más si me doy el gusto de comentarla, por ser toda una belleza, a pesar de la traducción que por más buena que sea nunca se comparara con el texto original; eh ahí, una buena razón para estudiar los idiomas extranjeros. Pero el punto es este, me ha dejado ese libro un gran sabor de boca, casi comparable con el placer que es leer el Quijote de Cervantes, guardando obviamente las proporciones, que al fin de cuentas las dos obras son una maravilla de la Literartura. ¿Quién no ha visto alguna parodia en la que el amante, torpe en las artes del amor, es ayudado por otro que tiene basta inspiración?, el cual refugiado entre las sombras va diciéndole al primero lo que éste debe decir a su amada; pues bueno, Cyrano de Bergerac es la fuente de esa trama, en la que el personaje que nos ocupa es un poeta y espadachín sumamente valeroso atormentado por su aspecto que se destaca por una enorme y horrenda nariz.  Una nota muy interesante, es que Cyrano, no ha sido sólo un personaje, si no un poeta de carne y hueso, al cual le ha ayudado en mucho el personaje que inspiró, para tener un lugar en la Historia de la humanidad.

Apenas terminé de leer a Cyrano, para cuando me encontré con la “Niebla”, de Miguel de Unamuno, un letrado español, que escribía como un Filosofo y poeta a la vez. Y esa su Niebla, al igual que a Cyrano, no pretendo criticarla, salvo dejar un comentario arropado de la opinión que aclarando para quien no lo sabe, es del todo subjetiva, ante la abismal dificultad que es el hacer un juicio sobre una obra de arte. Pero volviendo al punto, esta Niebla, puedo decir, que es una novela empapada de existencialismo, realidad y ficción en sus límites, como dice su autor cuando en vez de definir prefiere confundir las cosas, lo cual me parece muy pero muy brillante, pues creo firmemente que el universo, es decir todo lo que existe, se resume en uno.

Olvidaba mencionar, estando casi al punto de cometer un pecado, al Acero de Madrid, una bella comedia de Lope de Vega, otro gran escritor español, quien llevó un gran número de obras suyas al teatro, o como le llamaban entonces  “El corral de comedias”, El Acero de Madrid, ha sido en mi lectura primero en tiempo que Cyrano y la Niebla, y es una obra que sorprende y agrada mucho más por la forma en que está escrita, que por la trama y el desenlace de la misma; aquella era una época en que el autor escribía a gran ritmo, por la demanda que existía de ese tipo de obras, las cuales eran el principal entretenimiento de la población.

Los tres libros he de recomendarlos, aun que no haga falta, para que sean leidos. El de Lope De Vega, como el de Rostand, tiene por tema central, las aventuras por las que tienen que pasar sus personajes en aras de alcanzar el amor que pretenden. Mientras que por su parte, y sin hacer a un lado el tema del amor, la obra de Miguel de Unamuno tiene por medula la problemática existencialista del ser.

Ahora, inspirado por lo leído, me ha dado por escribir un poema, con el cual no pretendo hacer honor a las obras antes comentadas, si no dejar con éste, un humilde testimonio del efecto que en mi han tenido.


CONFÍAME Y CONFIESO

¿Quién soy para ti?,
¿acaso tienes de mi una idea definida?,
¿serás la misma tú,
la que supone me conoce
y supongo que conozco?,
¿serás simplemente tú,
tal y como te llamo por tu nombre?
¡No! Hay cosas que no dice el nombre,
pero confío ciegamente en tus ojos,
confío ciegamente…
en la fatalidad que nos mata
y en el misterioso amor que nos une.
Confío en mi… confío en ti,
porque la verdad está en el alma
junta con la carne y con el hueso;
confío en tu voz y en el silencio,
confío en que me lo confíes,
confíamelo  ahora…
confíamelo… con un beso,
confíamelo y confieso:
que te amo sin haberlo entendido,
que me consumo en el intento,
y lo hago sin importarme lo definido,
porque te vivo,
y con igual intensidad te sueño.
A.M. A. 24 de agosto del 2010.

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De tiempo en tiempo...


De tiempo en tiempo me ocupo y me distraigo, de tiempo en tiempo algunas letras y con las letras palabras y con las palabras un montón de cosas como poemas y hasta canciones. Y ahora que de cierta manera estoy de vuelta, traigo “Quien fuera”, de Silvio Rodríguez,  interpretada originalmente por Pedro Novoa, y presentada la canción de referencia, mediante un video que he maquinado con esmero y varias dificultades, el cual no es por presumir pero sería la envidia de Tim Burton.

Entonces, mientras término de leer Rebelión en la Granja, de mi amigo Toño… bueno es de su propiedad, lo escribió George Orwell; un libro recomendable por su gran crítica hacia el ser-do humano, ya me entenderán.

Léanse antes de ver el video este poemita que se me ocurrió, con motivo de que me gustan los libros, lo que supongo es de buen gusto.

EL LIBRO

Hay libros para lamerse
y probar sus letras de infinitos sabores
en páginas con idea y movimiento,
 almohadas con sueños, maquinas del tiempo.
Un buen libro es magia,
es alquimia que transmuta la carne en papel,
un bastardo nacido muerto,
un hijo que no tiene madre y nunca la tendrá,
un libro es dotar de un nuevo sentido a la materia,
moldeándola a imagen y semejanza:
pasos, caminos, visiones, emociones, muerte y eternidad.
Un buen libro, eso es lo que quisiera ser,
tal vez entonces  sería leído.

A. M. A. 05 de agosto del 2010.


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