
Total, así es la vida en sus extremos, la grandeza y la mediocridad, el reconocimiento y el anonimato, el amor a la humanidad y el desprecio a ella, el arquitecto de un destino y su ladrón. Más hay un punto en que ambos extremos coinciden lamentablemente: la fragilidad de la vida misma.
Fue un día ocho de diciembre de 1980 en el que John Lennon se encontró después de volver de un paseo, con un fulano demente y su pistola. El ex Beatle, para entonces, parece lo había alcanzado todo, pero tal vez de haber sido diferente, hubiera dado a este mundo mucho más de lo que dio, ya fuera con su música o con su actividad política en pro de la paz, pero para nuestra desgracia no solo hay hombres que dan, también hay los que quitan… la vida de un hombre por ejemplo, su presente, su futuro, y el sueño de todos los seguidores que aguardaban por más, otra canción, otro mensaje.
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